Con la llegada del otoño al bosque, la monocromía estival se transforma en una sugerente paleta de colores. A través de este colorido lenguaje percibimos mensajes que nos provocan una seductora combinación de sensaciones y emociones.

Las diferentes tonalidades verdes, de pinares y encinares, dibujan un paisaje de seguridad, estabilidad y resistencia. Quejigares y melojares tiñen el bosque de cálidos ocres y agradables marrones, reflejando la melancolía de cierto conformismo y pasividad. Paradójicamente, la estimulante coloración rojiza anaranjada de los acerales, evoca deseo, pasión y efusividad. Alamedas y saucedas pintan de intensos amarillos las riberas de ríos y lagunas, transmitiendo un estado de calidez, optimismo, simpatía y amistad.

Especialistas en comunicación visual, las plantas rosáceas lucen sus llamativos escaramujos, majuelos y moras. Suculentos y carnosos frutos que atrapan toda la atención. Con vivos y brillantes colores, de excitantes rojos y sensuales morados.

“El lenguaje de las emociones es en sí mismo,

importante para el bienestar del género humano”.

(Charles Darwin)

 

El inicio de la estación otoñal marca el cambio en la duración del día y la noche, igualando nuevamente ambos períodos, así como un descenso de las temperaturas. La duración de los ciclos de luz y las variaciones térmicas les informan sobre la época anual en la que están.  Estas señales ambientales despiertan procesos de cambio en el bosque.

Las ciencias biológicas nos ayudan a comprender mejor estos procesos de cambio. Las plantas disponen de mecanismos fisiológicos para responder a estos estímulos del ambiente. Al igual que nosotros los animales, las plantas también poseen ritmos circadianos. Son procesos controlados genéticamente y regulados por un sistema hormonal. El etileno y el ácido abscísico son las hormonas que promueven la senescencia y abscisión de las hojas.

En otoño, la capacidad fotosintética de las hojas disminuye, descendiendo la producción de clorofilas. De este modo, se hacen visibles otros pigmentos que, hasta el momento, permanecían ocultos por la abundancia del verde clorofílico. Así emergen los variados colores de los carotenoides y las antocianinas, reflejando la contrastada policromía del paisaje otoñal.

La caída de las hojas constituye un proceso natural de cambio que la planta necesita para desprenderse y poder reciclar aquellos elementos que dejan de ser útiles en un momento dado.

¿Tiene sentido que, año tras año, realicen el elevado gasto de energía que les supone generar sus hojas nuevas? ¿Utilizarlas sólo un par de meses y después volver a deshacerse de todas ellas? 

En el escenario evolutivo, los árboles de follaje caduco representan formas de vida muy modernas, que han hecho su aparición mucho después que las perennifolias coníferas. Así pues, el proceso de la evolución da validez a esta sorprendente estrategia de adaptación para el cambio. Y cada vez que superan un invierno, los árboles de hoja caduca nos demuestran en primavera que merece la pena ese esfuerzo.

 

¿Qué paleta de emociones elegirás para tu paisaje otoñal?

La desnudez de los árboles nos invita a la inspiración y la motivación emocional.

Desde la aflicción hacia la alegría, desde la irritación a la serenidad, desde la displicencia hasta la empatía.

El otoño es la época natural para permitirnos sentir todas nuestras emociones y hacer visibles aquellas que permanecían enmascaradas.

Te acompañamos para descubrir tu excitante otoño emocional.

Con emonatura TÚ sientes el cambio!!!

  Ilustración:  © Emonatura (2022)

 

“¿A qué huele el bosque en otoño?”  (En el próximo artículo)