“Respiramos unas 15 veces por minuto, 900 veces cada hora, unas 20.000 veces al día, unos 7 millones de veces cada año y, aproximadamente, unos 500 millones de veces a lo largo de la vida. Sin embargo, nuestra habilidad para respirar deja mucho que desear. No sabemos extraer todos los beneficios de una buena respiración. Respirar es un arte que se nos resiste” (N. Castellanos).

¡Somos más respirados que respiradores!

La respiración es un proceso rítmico que, generalmente, realizamos sin pensarlo conscientemente. Y respiramos al acelerado ritmo de la vida moderna, haciendo de la respiración un hábito automático, involuntario. Y es que el control voluntario de la respiración requiere una gran atención. Si tuviéramos que guiar de manera consciente y constante el proceso de la respiración, nuestro cerebro no podría dedicarse a otras cosas. La neurocientífica y comunicadora NAZARETH CASTELLANOS (2022) nos revela las claves sobre el arte de respirar, uno de los pocos procesos fisiológicos que podemos dirigir libremente. La forma en que respiramos, voluntaria o autónoma, condiciona la expresión de las funciones cerebrales, cognitivas y emocionales. La toma de consciencia de la respiración supone una reorganización de las áreas cerebrales más involucradas en la atención, la memoria, el aprendizaje, la identidad, la expresión de las emociones y el bienestar.

 “Aprende de la respiración. Deja que te recuerde cómo confiar”.
(Thich Nhat Hanh)

La reconocida investigadora nos descubre los mecanismos mediante los cuales la respiración favorece el aprendizaje y la gestión de las emociones. Las investigaciones neurobiológicas han puesto de manifiesto la influencia del patrón respiratorio sobre las áreas cerebrales implicadas no solo en el procesamiento olfativo, sino también en aquellas involucradas en procesos cognitivos (atención, memoria y aprendizaje) y la regulación emocional. Esta influencia se debe a la alta conectividad que mantienen las estructuras cerebrales encargadas de la percepción olfativa (bulbo olfativo) con las áreas del sistema límbico o emocional (hipocampo, amígdala, corteza prefrontal orbitaria, corteza cingulada e ínsula).

Los procesos de pensamiento consciente e inconsciente también afectan a la respiración. Los centros superiores del hipotálamo y del cerebro pueden alterar la actividad de la red de control respiratorio del tronco encefálico, para modificar la frecuencia y profundidad de la respiración. De este modo se produce el control voluntario de la ventilación. Por otra parte, la respiración está íntimamente ligada con la función cardiovascular. Los centros de control para ambas funciones se ubican en el tronco encefálico, y existen neuronas que comunican ambas redes permitiendo el paso de señales en una y otra dirección (SILVERTHORN, 2014).

 “La respiración nos enseña a escucharnos a nosotros mismos”.
(Nazareth Castellanos)

¿Y tú, cómo respiras?

Probablemente no te hayas parado a observar tu forma de respirar. Sin embargo ello implica notables diferencias. Es evidente que la respiración nasal supone un proceso de calentamiento, humificación y limpieza del aire inspirado, muy beneficioso para el sistema inmune. Pues bien, respirar por la nariz aún conlleva mayores beneficios sobre la respiración bucal.

Cuando respiras por la nariz activas el olfato, el sentido de la memoria. Una inspiración nasal optimiza la forma en la que la memoria se despliega. El olfato es el sentido más conectado con la memoria. El entrenamiento olfativo produce una mejora no solo en los niveles de memoria y capacidad cognitiva, sino también en los estados de ánimo.

Cuando inspiras, aumenta tu capacidad de aprendizaje. La respiración influye en nuestra capacidad de los procesos de memorización y recuerdo, de la atención y del aprendizaje. El ritmo lento, sólido y constante en la respiración nasal mantiene el rápido ritmo que requiere el aprendizaje. Una respiración no apresurada dará forma a una atención más sostenida. Aquellas personas que modulan su respiración como respuesta a un suceso presentan mayor memoria a dicha experiencia.

La forma en cómo respiras, mejora tu bienestar emocional. La respiración influye en nuestro estado emocional y, a su vez, las emociones alteran el patrón respiratorio. Modular el ciclo de la respiración de forma consciente en situaciones emocionales, mejora el estado anímico, cambiando significativamente los niveles de ansiedad y emociones negativas. Una espiración prolongada dará forma a una emoción más temperada.

“La respiración se adapta en todo momento a nuestra experiencia, porque es ella en sí misma la experiencia”.
(Nazareth Castellanos)

 Cuando conviertes la respiración automática en un acto voluntario, te devuelve inevitablemente al presente. De este modo, podemos generar un estado de equilibrio, coherencia y sincronización cardíaca mediante una respiración consciente y profunda. Bastará con que dediques unos 10 minutos al día.

¿Quieres entrenar nuevas formas de respirar?

Inspiramos, para experimentar aromas de agradecimiento.

Espiramos, para escuchar su ritmo y bailar al compás.

Inspiramos, para acariciar tus emociones.

  Espiramos, para expandir el aliento de vida.

  Respiramos, para recordar cada momento.

Con emonatura TÚ sientes el cambio!!!

 

Ilustración original © Emonatura (2023)

REFERENCIAS

– CASTELLANOS, N. (2022) Neurociencia del cuerpo (7 edición) Ed. Kairós S.A.

– SILVERTHORN, D.V. (2014) Fisiología humana. Ed. Panamericana.

 

¿Son los árboles seres inteligentes? (En el próximo artículo)