“Hemos relegado a las plantas al último escalafón. Si mañana las plantas desaparecieran de la Tierra, la vida humana duraría unas pocas semanas, acaso unos meses, no más. En muy poco tiempo, las formas animales de vida superior desaparecerían del planeta. Si por el contrario fuésemos nosotros quiénes desapareciéramos, las plantas volverían a apropiarse de todo el territorio que le hemos arrebatado a la naturaleza y, en poco más de un siglo, todos los signos de nuestra milenaria civilización quedarían cubiertos de verde. Esto debería bastar para darnos la medida de la distinta importancia relativa, en términos biológicos, de las plantas y los humanos… La calma que nos embarga en su compañía es quizás el eco de una consciencia ancestral que nos dice que en ellas residen todo lo que necesitamos y todas nuestras posibilidades de supervivencia”  (Stefano Mancuso, 2019).

¡Lo importante no es árbol sino el bosque!

Para la reconocida física, doctora y divulgadora en neurociencia NAZARETH CASTELLANOS (2022), las neuronas son como árboles que extienden sus ramas y raíces para encontrarse unas a otras dentro de un bosque profusamente ramificado. El cerebro es cómo un bosque neuronal, dónde lo importante no es la unidad, las neuronas, sino la comunicación entre ellas. Las neuronas dan y reciben, esa es la base del funcionamiento cerebral. Lo esencial no es el individuo sino la conexión. Cuando observamos un árbol desde el suelo parece un ser independiente, aislado, pero al verlo desde debajo de la tierra o desde el cielo es parte de una red con todo. Lo mismo sucede con nuestro cerebro. Hoy día, la neurociencia concibe el cerebro como una red de áreas cerebrales diferenciadas pero íntimamente conectadas. Lo importante no es el árbol sino el bosque.

“El conocimiento científico avanza cuando nos hacemos preguntas que en su momento parecen disparates”.
(Nazareth Castellanos)

¿Para qué necesitan las plantas un cerebro?

El prestigioso profesor e investigador científico STEFANO MANCUSO es una de las máximas autoridades mundiales en el campo de la neurobiología vegetal. Las recientes investigaciones han demostrado que las plantas están dotadas de sentidos (son seres sensibles), se comunican, duermen, memorizan e incluso manipulan a otras especies. Son criaturas con capacidad para adquirir, almacenar, compartir, elaborar y utilizar la información que obtienen del medio que les rodea. Las plantas poseen la habilidad para resolver problemas. A ello se le llama inteligencia vegetal. MANCUSO (2019) nos propone mirar a las plantas desde una perspectiva diferente. Nos ofrece un cambio en nuestra manera de pensar. ¿Qué es más sensato, convertir la inteligencia en un baluarte en defensa de nuestra diferencia con respecto al resto de seres vivos, o admitir que el hecho de ser inteligentes nos une a las especies de los reinos animal y vegetal?  El estudio de la inteligencia vegetal resulta inspirador y revelador para el progreso humano: nos permite observar nuestra mente con otros ojos.

“Para comunicarnos efectivamente, debemos darnos cuenta de que todos somos diferentes en la forma en que percibimos el mundo”.
(Tony Robbins)

Para la bióloga y doctora en bioquímica ROSA PORCEL (2021), ante la idea de que las plantas puedan pensar, aprender o decidir su respuesta, nos encontramos con el problema que representa el pretender atribuir características y cualidades humanas a los comportamientos vegetales, es decir, cuando entendemos sus respuestas fruto de la evolución como respuestas conscientes y aprendidas. En las últimas décadas la investigación sobre la percepción en las plantas se ha incrementado notablemente. Según nos descubre PORCEL, aunque las plantas carecen de un sistema nervioso como el que poseen los animales, son seres sensoriales y comunicativos. A pesar de no tener los órganos y sentidos como nosotros, son capaces de percibir sonidos sin un oído, olores sin una nariz, ver sin ojos y comunicarse sin boca ni voz. Son seres que muestran un comportamiento activo de resolución de problemas. No son organismos automáticos pasivos. Todo lo contrario. Su grado de sofisticación y complejidad es altísimo. En la actualidad no existe evidencia experimental que sugiera que las plantas son conscientes, pero en palabras de la reconocida investigadora y divulgadora científica: ¡Las plantas no tienen cerebro, ni falta que les hace!

“En la investigación hay quiénes se obsesionan con dar respuesta a una pregunta, y quiénes se maravillan con la pregunta”.
(Nazareth Castellanos)

Las plantas han aprendido a mantener la sistémica “Ley del equilibrio”. Los bosques toman y dan energía constantemente y su supervivencia en el tiempo, depende del equilibrio de este intercambio. Si consideramos la definición más amplia de inteligencia como aquella capacidad de percibir o inferir información, y retenerla como conocimiento para aplicarlo a comportamientos adaptativos dentro de un entorno o contexto… ¿Cómo negar que los árboles sean inteligentes?

 

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Ilustración original © Emonatura (2023)

REFERENCIAS

– CASTELLANOS, N. (2022) El espejo del cerebro (9ª edición) Ed. La Huerta Grande.

– MANCUSO, S. & VIOLA, A. (2019). Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (9ª edición). Ed. Galaxia Gutenberg S.L.

– PORCEL, R. (2021) Eso no estaba en mi libro de botánica (2ª edición) Ed. Guadalmazán.

 

“El tamaño no importa ¿o sí?”  (En el próximo artículo)