Las emociones son parte de nuestra biología. Constituyen respuestas adaptativas producto de la evolución, cuya finalidad esencial es garantizar nuestra supervivencia. Las emociones representan un sistema adaptativo, biológicamente más antiguo que la cognición, y que conectan nuestra naturaleza biológica con el entorno ambiental.

El proceso evolutivo ha modelado un número limitado de emociones básicas, seleccionadas por su valor adaptativo. ¿No tienes la impresión de qué prestas más atención a tus emociones desagradables?  Evolutivamente hemos desarrollado más emociones “negativas” o de sensaciones desagradables y una mejor diferenciación entre ellas, como medio de supervivencia.

Las emociones cambian nuestra relación con el entorno, pero no a través de un cambio del exterior, sino mediante un cambio desde el interior de uno mismo. Este cambio interno nos permite aceptar nuestros sentimientos, y nos produce una sensación de mayor confianza y fortaleza, mejorando nuestra interacción con el medio.

Desde el ámbito de la psicología, los distintos modelos propuestos tienen en común seis emociones primarias: alegría, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa. La combinación de estas emociones básicas produce nuevas emociones secundarias o complejas que requieren de la autoconciencia y que difieren de una persona a otra.

Las personas que comparten y expresan sus sentimientos, se adaptan mejor a los cambios”.

(Luis Rojas Marcos)

 

Cada una de nuestras emociones básicas se asocia con patrones diferenciados de respuesta fisiológica. Es decir, cada emoción nos envía un mensaje específico relacionado con su función adaptativa. Atender tus emociones se convierte en una necesidad especialmente importante para la adaptación. Y cuando te das cuenta de que no tienes que preocuparte más por ocultar ninguna emoción logras sentir una gran liberación (SIMÓ, M.).

La integración emocional nos facilita una mayor conexión con nuestras emociones. Cuando te permites escuchar su mensaje, acogerlas y aceptarlas, puedes sentir un efecto liberador. Los potentes mecanismos naturales que desencadenan (como la risa y el llanto), facilitan nuestro cambio de estado emocional, al descargar las tensiones y desasosiegos causados por el cortisol (ROJAS ESTAPÉ, M.).

Las neurociencias nos descubren que las emociones son sistemas muy rápidos de procesamiento de información que nos preparan para la acción. La respuesta emocional implica un grado de consciencia mínimo, pero con un alto nivel de eficacia. Es decir, las emociones nos permiten actuar ante situaciones que demandan una respuesta inmediata (FERNÁNDEZ-BERROCAL P. & FERNÁNDEZ-ABASCAL, E.).

Las emociones son respuestas de breve duración, aunque implican un proceso natural. Comprender las fases que lo integran, incrementa nuestra capacidad para gestionar las emociones y decidir la respuesta más adecuada a cada circunstancia. Si bien es cierto que no podemos elegir la emoción que sentimos, dispones de la capacidad para regular su intensidad y elegir tu respuesta de acción.

Cualquier cambio nos suscita miedos: a que nos pase algo, por lo que puedan decir los demás, a las consecuencias, a fracasar, a hacer el ridículo, etc. La inseguridad e incertidumbre que asociamos al cambio implica un elevado coste energético. Desde un enfoque neurobiológico, el cerebro es nuestro órgano más activo energéticamente. Sabemos que consume el 25% de la energía total que necesitamos, aunque solo represente el 2% de nuestra masa corporal.

A pesar de ello, existen tantas motivaciones como personas que justifican el cambio. Las neurociencias y las ciencias sociales nos aportan conocimientos sobre el papel fundamental de las emociones en el bienestar de las personas. Las personas que perciben, expresan, comprenden y gestionan adecuadamente sus emociones tienen una vida más plena y positiva que las que no son capaces de hacerlo de forma tan eficaz (FERNÁNDEZ-BERROCAL P. & FERNÁNDEZ-ABASCAL, E.).

Como buenos exploradores que saben interpretar los paisajes naturales, es necesario que aprendamos a mirar, observar y percibir nuestros paisajes emocionales.

 Te proponemos una creativa actividad de autodescubrimiento.

1º) Asigna el color que prefieras a cada una de tus seis emociones básicas.

2º) Al terminar el día, dedica un minuto para pintar unos trazos de color sobre una hoja de papel, reflejando con su color la emoción básica que hayas sentido predominar ese día.

3º) Haz lo mismo durante una semana, coloreando los trazos de cada día sobre esa misma hoja. Así, al finalizar la semana, obtendrás tu singular combinación de colores.

4º) Dedica unos minutos para mirar, observar y darte cuenta de lo que percibes al contemplar tu paisaje emocional.

5º) ¿Qué sensaciones te produce? Cuál es tu interpretación? ¿Cómo es el paisaje que quieres? ¿Qué puedes hacer tú para cambiar su colorido si así lo deseas?

Con emonatura TÚ sientes el cambio!!!

 

Ilustración:  © Emonatura (2022)

REFERENCIAS

– FERNÁNDEZ-BERROCAL P. & FERNÁNDEZ-ABASCAL, E. (2015). Emoción. En: Psicología médica. Ed. Elsevier España S.L.

– ROJAS ESTAPÉ, M. (2018) Cómo hacer que te pasen cosas buenas. Ed. Espasa.

– SIMÓ, M. (2018) El mundo de las emociones. Ed. Savanna Books.

 

“Exploradores con inteligencia emocional”  (En el próximo artículo)